En mi visita a Rotterdam, en Holanda, hice una pequeña escala en las Casas Cubo, llamadas en neerlandés Kubuswoning, una de las atracciones arquitectónicas de esta ciudad portuaria.
Estas casas tan pintorescas como cúbicas fueron diseñadas por el arquitecto Piet Blom en 1984. La obra en su conjunto consiste de 32 cubos rotados y ubicados uno al lado del otro, sobre estructuras hexagonales. Las casas están dispuestas encerrando un área que queda semicubierta donde actualmente hay negocios. Por fuera, cafés, restaurants, la calle y, como no podía ser de otra manera en Holanda, un canal.
Hay que recordar que Rotterdam es la ciudad más moderna de Holanda. La conservación de lo medieval quedó en el pasado tras el Rotterdam Blitz, del 14 de mayo de 1940.
Una ciudad completa devastada por las bombas alemanas, que con los años se levantó de las cenizas para convertirse en un de los centros más interesantes en cuanto a arquitectura moderna. La Estación Central, el Puente Erasmusbrug y, por supuesto también, las Casas Cubo.
Además de lo peculiar que resultan verlas desde afuera, las Casas Cubo son interesantes por dentro. Sí, se puede ingresar a visitar una de ellas, por apenas unos euros.
La estadía dentro de la casa dura muy poco debido a que el interior de cada casa es pequeño. La superficie a la cual accedí equivale aproximadamente a la de un departamento de dos ambiente o quizás un monoambiente grande. El espacio se encuentra distribuido en niveles, de difícil acceso, a través de empinadas escaleras, casi como las de un barco.
A pesar de lo dificultoso que debe ser vivir en una de estas casas, hay que decir que no falta ninguna habitación. Hay living, dormitorio, baño y cocina.
Pero está claro que el atractivo de las Casas Cubo reside en el diseño. Incluso desde dentro se puede apreciar la simetría y se pueden encontrar ángulos con vistas extraordinarias hacia afuera.
Mi costado nerd no puede olvidar que dentro de la Casa Cubo a la que accedí había una gran vitrina con figuras de acción de Star Wars y otras franquicias. Había tantas y eran tan grandes que en un momento me olvidé que estaba en las Casas Cubo y me sentí en una convención de ciencia ficción.
Si llegás a ir y todavía está esa vitrina, sacale una foto por mí. De la emoción, no me percaté de inmortalizarla.
Ya sea por dentro o por fuera, las Casa Cubo son dignas de ser visitadas. Una visita obligada al pasar por Rotterdam por primera vez.