Si no sabés lo que es una chamba porque vivís en un país como Argentina donde no se usa la palabra o porque el trend de TikTok no llegó a tus oídos, te cuento que una chamba es un laburo, es decir, un trabajo.
En esta breve entrada te voy a contar sobre la primera vez que me pagaron por programar.
Corría el año 2005 y yo estaba cursando el CBC de la UBA. Me iba más o menos y me costaba adaptarme al ambiente universitario.
Como me solía ocurrir por esa época, volcaba mi frustración académica hacia lo único que me fascinaba que era escribir código de programación.
Fue así como aprendí PHP de una web de la que lamentablemente no me acuerdo el nombre (juro que estuve todo el día previo a escribir este artículo intentando recordarlo). En ese momento PHP no era algo nuevo pero sí algo que llamaba mucho la atención.
Volqué mis conocimientos de PHP en algunos sitios webs o ejemplos que llamaron la atención de un amigo de mi hermano. Este muchacho era (y es) un genio del diseño multimedia. Por ese entonces la rompía con Macromedia Flash y vivía de crear páginas webs con animaciones y música, como estaban de moda hace 20 años.
Por ese entonces, tomó un proyecto para el cual necesitaba algo más vinculado al back-end. Se trataba de una web para un equipo de rugby de Argentina y era preciso crear un fixture para poder mostrar los partidos que se iban a jugar.
Yo ya tenía alma de backender y ese tipo de tareas me caían como anillo al dedo.
Así que ese fue mi encargo. Tenía que, de alguna manera, crear el fixture de todos los equipos de la liga de rugby y generar las fechas para que luego estas puedan ser publicadas en la web, de a una o todas juntas.
Si estás pensando que me metí con temas de matemáticas como combinatoria, no, en lo absoluto. Utilicé MySQL y me limité a crear una tabla de equipos, una tabla de fechas y una de partidos. Luego programé un administrador y ahí se armaban las fechas y los cruces, uno por uno. Simple y efectivo.
Durante mucho tiempo creí que podría haberlo hecho mejor, pero ahora que lo pienso, creo que mi solución fue óptima. Hoy lo resolvería de forma similar.
Por ese trabajo me pagaron la suma de 100 pesos argentinos que en ese momento era bastante dinero.
Lo que nunca supe fue si el código fue implementado finalmente ya que nunca vi el resultado final.
Pero lo importante fue la sensación. Escribir código y que me paguen. Parecía un buen negocio.
Y era más que eso en realidad. Era una vocación.