Una vez al año, en Montevideo, se celebra el Día del Patrimonio. Un día que en realidad son dos días y en donde museos, edificios célebres, organismos del Estado y privados, abren sus puertas para mostrar su riqueza cultural e histórica.
Con mi mirada de porteño no pude más que asociarlo a la Noche de los Museos de Buenos Aires y si bien ambos eventos tienen mucho en común, el Día del Patrimonio se distingue por su exquisita idiosincrasia oriental.
El Día el Patrimonio de 2024 se celebró un sábado y un domingo. Fue el domingo el día elegido por mi esposa y por mí para hacer un recorrido por algunos de los puntos destacados de la ciudad.
Pensábamos que iba a haber menos gente. Tal vez por ser domingo y también porque por la tarde se jugaba el clásico uruguayo, Nacional vs. Peñarol, en el Gran Parque Central, en el barrio de La Blanqueada.
Algo de eso hubo porque temprano por la mañana uno de los puntos que elegimos estaba poco concurrido. Me refiero a la Casa Central del BROU, el Banco de la República Oriental del Uruguay.
Pero tengo que admitir que fue un objetivo secundario. Con el colectivo (o debería decir ómnibus) nos bajamos en Plaza Independencia para chusmear (o bichar) qué tan concurrido estaba el Palacio Salvo, ícono turístico de Montevideo.
A las diez de la mañana, ya había cola para visitar el célebre edificio, hermano del Palacio Barolo de Buenos Aires. Así que preferimos ir hasta Ciudad Vieja, recorriendo, de paso, la arquitectura más interesante de la ciudad y allí visitar la principal sede del BROU.
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El Museo del Gaucho y la Moneda
La Casa Central del BROU es un edificio de columnas, inmenso y ampuloso, al mejor estilo del Panteón de París. Por dentro, tiene un enorme hall donde la luz del día atraviesa las ventanas, con un techo alto y abovedado. Los pisos y las columnas corintias son de mármol autóctono, y por todos lados hay decoraciones y terminaciones en madera fina y bronce.
Allí funciona el Museo del Gaucho y la Moneda, que parecen conceptos irreconciliables, pero que, en el contexto de la historia y la cultura orientales, tienen más de un punto de contacto.
La recorrida por estos espacios consistió en dos visitas guiadas. La primera al primer piso para ver el despacho del presidente del banco y para conocer la sala del directorio. La segunda, en la planta baja, para descubrir la historia del gaucho, símbolo de nuestras tierras rioplatenses.
Me sorprendió encontrar allí cuadros de Manuel Blanes. Si no te suena, te cuento que Blanes fue el máximo exponente de la escuela del realismo del Uruguay.
Blanes pintó El Desembarco de los Treinta y Tres y Artigas en la Puerta de la Ciudadela, que fueron dos encargos que ayudaron a cimentar los sentimientos nacionalistas de una patria que existía, pero que no se terminaba de amalgamar.
A la salida de la Casa Central del BROU estaba la casa natalicia de José Gervasio de Artigas, que también era un punto de visita. Lamentablemente, de la casa de Artigas no queda nada, salvo los cimientos que se pueden ver bajo un piso transparente.
Los contrastes de Montevideo
En el Día del Patrimonio, la ciudad se siente más viva, especialmente el Centro, Cordón y Ciudad Vieja. La gente va y viene, se mete en los edificios que ofrecen actividades y, también, compra algo o se sienta a comer.
En el trayecto de un punto a otro aparecen los contrastes de Montevideo. Por un lado, edificaciones de una arquitectura que no tiene nada que envidiarle a la europea. Por otro, veredas rotas, basura, vidrieras descoloridas, edificios abandonados y sensación de desidia.
La Feria del Libro
Luego de un almuerzo por Ciudad Vieja, vino la segunda fase del día.
En la Intendencia de Montevideo, entre septiembre y octubre, se suele celebrar la Feria del Libro. Allí se ubican stands de editoriales y es un recorrido que me encanta hacer.
Si bien esto no forma parte del Día del Patrimonio, mi esposa y yo decidimos caminar desde Ciudad Vieja hasta la calle Ejido, donde se encuentra la Intendencia de Montevideo, para recorrer stands y mirar libros.
La feria no es demasiado grande, pero tiene una gran virtud: es solamente sobre libros.
Por cada stand dan ganas de comprar por lo menos diez libros. Lamentablemente, eso no es posible. Primero, por el precio de los ejemplares, que están caros, más allá de que había buenas ofertas. Y segundo, porque, al igual que en Casa Tomada, de Cortázar, si no los controlás, los libros de a poco, se van a apoderando cada vez más del poco espacio que tenés en tu casa.
Después de una hora y pico recorriendo, abandoné la feria con ganas de comprarme todo, pero esta vez, sin llevarme nada.
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Eso es todo. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leerme.
Hasta la próxima.