En este artículo quiero hablar de los colectivos de Buenos Aires, es decir, los bondis, buses u ómnibus. El popular sistema de transporte de la ciudad.
Hace poco escribí sobre mi vuelta a Buenos Aires luego de unos años de ausencia. La nostalgia me lleva ahora a escribir sobre una parte vital de la ciudad.
No puedo contarte sobre todos los colectivos de Buenos Aires porque hay muchos que no me tomé nunca.
Como te comenté en otro artículo, soy de Barracas, así que voy a hablar principalmente de los colectivos que más me tomé en mi vida y son, obviamente, los de esa zona.
Como dato de color, te voy a decir dónde encontrarlos. Es decir, dónde me lo solía tomar con mayor frecuencia.
Comencemos, sin ningún orden en particular.
El 37
El 37 es un colectivo verde y blanco, generalmente en buen estado. Suele moverse en manada de dos, tres y hasta seis unidades. Lo podés encontrar ahí en Vélez Sársfield y Alvarado, a metros del Parque Pereira.
Me he subido a tantos treinta y sietes como los he visto pasar sin que me paren. Este colectivo ha sido siempre para mí la vía más rápida para llegar al centro de la ciudad. Pero en hora pico solía venir tan lleno que era prácticamente imposible abordarlo.
Una vez, en la mencionada parada en Vélez Sársfield, a eso de las 10 AM, había una monja esperando el colectivo. La incauta hermana intentaba parar los 37 que se veían que ya venían llenos desde Iriarte. Estuve a punto de decirle «Hermana, si llega a parar uno, es un milagro», pero no me animé.
Durante un año lo tomé para ir a la sede de la Facultad de Ingeniería en Las Heras y Pueyrredón. Sí, esa que parece una iglesia y que tiene un estilo neo gótico.
Me tomaba el bondi a las 6:30 AM para llegar a las 7 AM. Una vez, estaba tan dormido o atontado de tanto estudio, que vi un 37 de color azul. No, no era un 46 (que pasa también por ahí).
Mucho tiempo después, lo volví a tomar con asiduidad, pero para combinar con otro colectivo o con el subte.
El 59
El 59 es un colectivo de color rojo, verde y amarillo. Generalmente en muy buen estado, teniendo una variante articulada, que no recuerdo si alguna vez me tomé.
Este colectivo lo tomás también en Vélez Sársfield a una o dos cuadras de la cancha de Barracas Central. Pero nunca te lo tomes ahí por lo que te voy a contar ahora.
El 59 podría ser un gran colectivo para los vecinos de Barracas. Se viaja bastante bien, sabiendo que la mayoría de la gente se baja en Constitución. Las unidades están en excelente estado y el recorrido, si bien no es del todo directo, llega bastante rápido al Centro, al menos en días con tráfico normal.
El gran problema del 59 es justamente la parada, para la cual había que cruzar las vías de Vélez Sársfield, que tengo entendido ya no existen más como eran antes.
Allí me asaltaron a mano armada allá por el año 2010, un día que venía del trabajo o de la facultad. No recuerdo.
Después de eso, nunca más me tomé el colectivo de tarde noche.
El 70
El inefable.
El 70 es un colectivo verde, en buen estado general, pero con otras particularidades vinculadas a su recorrido y al pasaje. Tengo el imborrable recuerdo de esperar al 70 en Suipacha, a metros de un local de ropa y de una librería.
Tardaba tanto el 70 en llegar que cuando lo hacía yo ya tenía una bolsa con ropa o con un libro.
El 70 es un colectivo bastante popular en Barracas y hasta que me fui del barrio, siempre era tema de conversación y de alguna controversia, que solía derivar en xenofobia.
En este colectivo vi de todo. Gente colándose, gente vomitando, gente comiéndose un plato de fideos con tuco. Soporté aromas imborrables como el que desprendía aquel señor alcoholizado que decidió viajar parado al lado de mi asiento. Y también aguanté otros olores peores que ese.
El 70 fue un colectivo que evité durante mucho tiempo, pero ya sea por resignación, por esperanza o simplemente por probar a ver qué onda, lo volvía a tomar. Y siempre el 70 me terminaba regalando algún nuevo e icónico momento incómodo.
El 95
El 95 fue el colectivo que más me tomé en los últimos tiempos antes de irme del país. Lo tomaba en Vieytes y California para llegar a Caseros y Jujuy y de allí tomarme el subte H, para luego combinar, principalmente, con el B.
Veinte años antes, lo tomaba en la otra dirección para ir a hacer un curso de programación en Visual Basic en Avellaneda.
Una vez, viajando en un 95, un pibe de escuela se desmayó. Estaba al lado mío, pero ni llegué a reaccionar para agarrarlo. Por suerte había un médico entre el pasaje.
No tengo nada en contra del 95, pero tampoco nada a favor.
Alguna vez lo tomé volviendo de Once cuando visitaba las oficinas de una prestigiosa compañía de medicina prepaga que era cliente de la empresa en la que trabajaba. Ahí fui testigo de cómo el 95 tarda dos años en cruzar Once un día de semana.
El 12
El 12 es un colectivo del primer mundo pero que funciona en el tercer mundo. Es rojo, blanco, gris y negro.
Es el primer colectivo que tengo recuerdo de haber tomado. Una tarde de 1993, de la mano de mi tío, mientras se jugaba Argentina vs. Dinamarca por la Copa Artemio Franchi.
El 12 tiene los mejores coches, la mejor frecuencia, aire acondicionado y Wi-Fi. Solo le faltaría un mozo que te traiga bebidas gratis.
Es cierto que a veces se llena y que el recorrido, para mí que vivía en Barracas, no era tan directo hacia el Centro (porque pasa primero por Constitución), pero igualmente es la mejor línea en la que he viajado.
Cada tanto, para que recuerdes que estás en el tercer mundo, en el 12 podés ver cómo manotean celulares, especialmente en la zona de Constitución.
El 12 me lo tomaba ahí, cerquita de la parada del 95, en California y Vieytes, pero sobre California, justo donde dobla. Parado ahí la incógnita era siempre saber si venía un 12, pero no había de qué preocuparse. Siempre venía uno y a veces… ¡dos juntos!
El 79
«¡No te vayas a tomar el San Vicente para volver! No sabés cómo están robando por Australia!» Era el habitual comentario que mi mamá me hacía a mí y a mi hermano. Australia no es el país, sino la calle que, entiendo, ahora se llama Quinquela Martín. Aunque mi mamá no se tomaba ningún colectivo, nos daba consejos sobre dónde robaban y dónde no.
El San Vicente era el nombre del colectivo 79 que, supongo, está asociado a la empresa que lo administra. De color azul, rojo y amarillo.
Desde mi punto de vista logístico, hacía un recorrido raro que solamente me podía llevar a Constitución, para de ahí combinar con otro medio de transporte.
Por eso mismo alguna vez lo tomé, pero el recuerdo más reciente que tengo arriba de un 79 es acompañar a mi viejo al banco, allá en la Avenida Vélez Sársfield.
El 20
El 20 es colorado y blanco. Similar a la camiseta de Argentinos Juniors. Va por La Boca y hace todo el puerto.
Lo esperaba en la misma parada del 12, en California y Vieytes. Ahí contaba cuántos doces podían pasar por cada veinte.
El 20 era el colectivo que creía que tenía que tomar para ir a la Facultad de Ingeniería en Paseo Colón e Independencia. Sin embargo, la primera semana me di cuenta de que el 20 pasaba cada media hora y, obviamente, hasta las manos.
Lo tomé un par de veces y después, desistí.
El 4
Muchas veces le cuento a la gente que uno de los tantos motivos de mi fracaso universitario fue lo a trasmano que me quedaba la facultad.
¿Pero vos no vivís en Barracas y la facultad no está en San Telmo?, me preguntaban. Y ahí tenía que explicar que sí, que estaba a 35 cuadras, pero que no tenía una forma directa de llegar y que los colectivos me hacían perder a veces más de una hora.
Como te contaba, primero intenté ir con el 20, pero no fue buena idea. Después, comencé a probar tomarme el 37 y combinarlo con el 4. Tampoco fue buena idea, porque el 37 tiene sus problemas de hora pico y el 4 es el colectivo más lagunero de todos los tiempos.
El 4, de rojo y blanco, tiene un recorrido horizontal que cruza toda la capital. El gran problema: su frecuencia.
Yo lo tomaba por Brasil o por Garay (o una de esa). Pasaba más o menos cada 20 minutos a la hora del mediodía que era cuando iba a cursar. Si se me iba uno, chau. A esperar.
Le di una oportunidad a la combinación 37 y 4 el primer año de cursada, pero finalmente la abandoné. A veces tardaba una hora y media en llegar a la universidad. Una locura.
¿Cómo resolví ese problema? Nunca lo resolví.
A veces me tomaba el 70, que me dejaba en Esmeralda y caminaba. Otras veces, si tenía algo de tiempo, iba caminando. Tardaba una hora en llegar a la facultad a pie.
El 45
El 45 es un colectivo verde y blanco, confundible de lejos con el 70, que solía pasar por la puerta del colegio Libertad, donde hice la secundaria.
No recuerdo dónde me lo tomaba, pero sí que lo hacía para ir al Centro, temprano a la mañana para llegar a la oficina. Por esa época trabajaba por Alem y después la oficina se mudó por Corrientes.
Me acuerdo de que tardaba 40 minutos en llegar al Centro a la mañana por el tráfico.
Años después, lo volví a tomar un sábado para ir a comprar algo a Galería Jardín, ahí en Florida. Metrobús mediante, llegué en 18 minutos. Sí, lo cronometré. Quería que me devolvieran las horas perdidas de años anteriores.
El 134
El 134 es un colectivo de color amarillo clarito y rojo. La verdad es que lo he visto pasar mucho y me lo he tomado poco.
No recuerdo bien cómo, pero el 134 era la alternativa cuando algo no funcionaba. No sé si era el que me tomaba cuando fallaba el subte. O si era cuando no venía otro bondi.
Lo que sí recuerdo es que lo tomaba en Vieytes y California. Y también me acuerdo de que una vez que me subía, era ponerme los auriculares y esperar. No estoy seguro donde me bajaba, pero tenía, como mínimo, una hora de viaje.
El 24
El 24 es blanco, verde y rojo. Creo que hace de Avellaneda a Villa del Parque. Me lo tomaba a veces para ir a Avenida Patricios o para llegar a la ante última parada. Pero otras veces lo tomaba cuando el subte B no funcionaba.
Me subía en Vieytes y California, como varios otros que te conté en este artículo. Pero lo que más recuerdo es que tenía que estar atento a la vuelta, para bajarme en Herrera (creo) porque si seguía de largo, no paraba hasta Avellaneda.
Cada bondi, un mundo
Estos son recuerdos y sensaciones que me quedan luego de muchos años de tomarme estos colectivos. Como ves, algunos de estos recuerdos son buenos, otros malos y otros neutrales.
Cada colectivo es un mundo y si te tomás alguno de ellos seguido, descubrís un universo de personajes recurrentes.
Si te gustó este artículo, te invito a que leas una serie de publicaciones sobre anécdotas en colectivos de Buenos Aires que escribí hace ya unos años en Medium: Anécdotas del Bondi.
Espero que este breve resumen de los colectivos haya sido de tu agrado.
Dejame un comentario al final del artículo y contame alguna experiencia en estos u otros colectivos de Buenos Aires.