En este post te voy a contar lo que presencié en el único día que estuve en York durante mi último viaje en el que recorrí varias ciudades del Reino Unido e Irlanda.
Tal vez te cuente sobre aquellos otros lugares pero lo que vi y experimenté en York fue algo único y surrealista, así que prefiero darle máxima prioridad.
A diferencia de otros posts, aquí no te voy a contar sobre los destacados de la ciudad del norte de Inglaterra (bueno, un poco sí). Pero esto es más una observación sociológica de un grupo de personas que yo apenas sospechaba que existía.
Contenido
El tren a York
Moverse por el Reino Unido es fácil usando la red de ferrocarriles. Eso sí, a diferencia de Holanda, país en el que estoy establecido en este momento, los trenes están uno o dos escalones abajo. Lo mismo las estaciones.
Partí junto a mi esposa desde Manchester hacia York para hacer un tramo de alrededor de dos horas. El tren iba lleno porque, aparentemente, se había cancelado otro tren y juntaron a todos los pasajeros en el que viajábamos nosotros.
Si bien tenía mi asiento asegurado, la cantidad de gente que subía iba a hacer complicada la bajada, o eso pensé.
El tren de Manchester y York para en varios lugares, entre ellos Leeds, centro urbano importante del norte de Inglaterra, donde Marcelo Bielsa dejó su habitual huella imborrable, aunque en este caso, buena.
Estoy seguro que la gente rara comenzó a subirse antes de llegar a esa estación. Lo que no recuerdo bien es cómo fue que en un momento, estábamos rodeados de ellos.
El british populacho
No sabría cómo describirlos. Había visto algunos videos en TikTok sobre esta «clase social», pero verla en vivo y en directo fue toda una experiencia.
En el caso de las mujeres, iban con el habitual british make-up con base naranja y cejas pintadas con brocha gruesa, pero magnificado por diez. A esto se le sumaban pestañas postizas y uñas de colores exagerados.
Los vestidos de estas mujeres eran azul eléctrico, amarillo radiante, verde radiactivo y colores ultra saturados.
Las mujeres mayores llevaban también sombreros, algunos bastante extravagantes. Las más jóvenes, con cortes osados, espaldas descubiertas y escotes profundos.
Los hombres, más sobrios, con corte de pelo de futbolista y smokings de fiesta más cercanos a tiendas de disfraces que a los que usa James Bond.
Había un detalle interesante de este grupo de personas. La gran mayoría iban tomando alcohol ya en el tren, a las once de la mañana. Algunos con una lata de cerveza en la mano, pero otros con bebidas más fuertes. Y no tomaban una lata o botella sola. Tomaban una atrás de otra.
Todos ellos, hombres, mujeres e incluso niños y niñas, iban en grupo. Pensé que se podía tratar de un casamiento o tal vez un bautismo. Como todos bajaron en York, ciudad en la que yo también me bajaba, supuse que quizás ese era un destino de fiesta. Y algo de eso parece que había.
Estación York
Y finalmente el tren que salió de Manchester llegó a York. Viajaba en un asiento hacia el pasillo, con mi esposa al lado en el asiento de la ventana. Cada uno con una carry-on, además de nuestras mochilas.
Hacía ya una hora que estaba calculando cómo hacer para bajar del tren de lo lleno que iba. A mi derecha había una chica joven, alta, muy linda, con un vestido azul eléctrico. Viajaba descalza con los zapatos de taco en la mano. Formaba parte de un grupo más grande, que era el que estaba ocupando casi todos los asientos y todo el pasillo.
Mi preocupación por poder bajar fue, como suele ser habitualmente, en vano. Al llegar a York todo el mundo descendió del coche. Arrastrando las valijas por el andén, al levantar la cabeza, me percaté que la gente rara vestida de fiesta se había multiplicado.
Estaban por todos lados. Todos bajaban del tren en el que venía yo con mi esposa y también de otros trenes.
Con mi mujer nos miramos incrédulos. ¿Habremos caído en York un día festivo que desconocíamos? ¿Habrá justo una mega boda? ¿Habrá muchas bodas? ¿Por qué hay tanta gente vestida de fiesta?
No había tiempo para respuestas. Había que ir al hotel a dejar las valijas y salir a recorrer la ciudad. Íbamos a estar un solo día y una sola noche allí y había que aprovechar antes de salir nuevamente hacia el siguiente destino.
El día en York
Los ingleses de fiesta andaban por toda la ciudad. Te los encontrabas en la calle, en las tiendas, en los bares y restaurantes. Al rato de estar en la ciudad ya me había acostumbrado a su presencia. Simplemente me inquietaba saber por qué estaban todos allí ese día.
York es una ciudad linda, con toques medievales. No me deslumbró porque yo venía de Holanda, de haber estado en Delft por ejemplo, o incluso en Brujas, en Bélgica. Y por qué no La Haya también, que tiene edificios antiguos estilo medieval.
Quizás York sea la ciudad más medieval de Inglaterra y es por eso que llama tanto la atención, pero en Europa continental existen ciudades incluso más bonitas a mi modo de ver, como es el caso de la mencionada Brujas, o de Gante y Amberes, en Bélgica. Imagino que debe haber más en otros países. Yo solo menciono lo que vi y conozco.
Más allá de eso, la visita a York vale la pena si andás por el norte de Inglaterra. Se puede visitar un castillo, los restos de la muralla y hay una calle llamada The Shambles, que tiene muchas reminiscencias al Diagon Alley de Harry Potter.
En esa callecita tuve una curiosa interacción con un anciano inglés que por accidente se metió en la foto que le estaba sacando a mi esposa. No solo se disculpó sino que se ofreció a sacarnos una foto a los dos. Al darle el celular dubitativo, ya que no era mi objetivo salir en la foto, me dijo con fino humor inglés y en su idioma, por supuesto: «No te preocupes. No soy tan rápido como para robarte el celular y salir corriendo». El resultado fue una de las mejores fotos que tenemos con mi esposa.
En mi opinión, el punto más destacado de York es la catedral (York Minster) que es alucinante. Es enorme y una de las más hermosas que he visto en Europa.
El resto de York es disfrutable si te gustan las callecitas estilo medieval, con negocios y locales para sentarte a comer o a tomarte un cafecito.
Durante el día, recorrimos la ciudad, pasamos un par de veces por cada lugar destacado ya que la ciudad es pequeña, almorzamos y luego volvimos al hotel para descansar. Se estaba haciendo de noche y ni me imaginaba lo que iba a presenciar.
Cena en York
En algún momento del día los ingleses vestidos de fiesta desaparecieron. No sé adónde fueron, pero en las calles no estaban.
Cuando con mi esposa salimos de nuevo a la calle, ya en búsqueda de un lugar para comer, empezamos a ver que habían reaparecido. Se los veía en las puertas de los bares principalmente. Estaban tomando bastante por lo que se veía.
Como veíamos que había bastante gente en la calle y ya era casi de noche, con mi esposa nos empezamos a preocupar por encontrar un lugar para comer. Esto es casi un trauma que nos ha dejado Holanda. Allí, muchos restaurantes cierran sus cocinas demasiado temprano para nuestra costumbre. Eso nos hace siempre estar alertas de la hora para buscar un lugar para comer.
Por suerte encontramos un restaurant español muy bueno en el que nos deleitamos con unas tapas y una cerveza española. Allí volvimos a planear una vez más nuestro imaginario viaje a España que hasta el momento no hemos concretado.
Al terminar de cenar, la noche ya se había apoderado de York, pero era temprano. Apenas las ocho y media pasadas. Así que daba tiempo para ir a dar una vuelta más por la ciudad, para verla de noche y de paso, encontrar un Tesco, para abastecernos de algunos víveres.
Antes de continuar con el relato quiero decir que la experiencia de recorrer York mejora mucho a la noche. Es una ciudad mucho más hermosa y acogedora. La catedral, las callecitas típicas y The Shambles. Todo es más mágico de noche en York.
Una noche en York
Esa misma noche presencié algo no tan mágico. La gente de fiesta comenzó a salir de los bares alrededor de las nueve de la noche, quizás un poco antes también. No había uno que pasara un test de alcoholemia y había varios detonados en el piso.
Los elegantes vestidos ya estaban arrugados. El maquillaje, corrido; las camisas, afuera; y los moños y corbatas, destados.
En un costado, una pareja con el pibe intentando ganar unos metros en el terreno del amor y la chica explicándole algún tipo de situación extraña que hacía imposible su unión. Ambos ebrios, por supuesto.
La gente se movía por las calles, a los gritos, a las carcajadas y a los abrazos. Se escuchaba alguna que otra discusión y vi volar alguna que otra piña. Había alegría, tristeza, euforia, violencia, de todo y todo al mismo tiempo.
De golpe, llevando a mi esposa de la mano improvisamos un firulete del tango para esquivar a un inglés enorme que estaba tendido en el piso, vomitado. Una finta rioplatense, para eludir a un inglés. Me sentí Maradona durante un instante.
Al rato era ya difícil no prestar atención a la gente detonada y a los que andaban vomitando por la calle.
No me voy a hacer el sorprendido. Este es un escenario que uno puede encontrar en Argentina un fin de semana a la salida de un boliche. Pero a las ocho de la mañana, no a las nueve de la noche.
No eran las diez de la noche y los ingleses no daban más. El exceso de consumo de alcohol fue algo que me llamó la atención de Inglaterra en general. Si bien es algo que siempre se cuenta, una cosa es escucharlo, verlo en la tele o leerlo en un libro, y otra cosa muy distinta es presenciarlo.
La noche no había empezado pero ya llegaba a su fin. Mi esposa y yo volvimos al hotel ya pensando en la logística para el siguiente destino, Edimburgo.
Edimburgo iba a ser fantástico y así fue. Pero de eso te voy a contar en otro artículo.
El día en York había sido muy lindo pero la noche, fue simplemente inolvidable.
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Esto ha sido todo por este artículo. Espero que haya sido de tu agrado.
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Gracias por tomarte el tiempo de leerme.
Hasta la próxima.
Hola!! Muy buen post. Tendrias hotel para recomendar en York?
Te puedo NO recomendar el Ibis, que fue en el que me quedé. El peor de mi estadía en Inglaterra y Escocia.
Gracias por tu comentario.
Saludos