En este artículo te voy a contar sobre mi visita a Roma. Pasé tres días en la capital de Italia, en un viaje que incluyó también Napoli, Sorrento y la isla de Capri.
En este primer artículo me quiero centrar exclusivamente en Roma. Te voy a contar cómo llegué, qué sensaciones tuve en la ciudad, qué hay para hacer y qué aspectos tenés que tener en cuenta si estás pensando viajar allí.
Desde ya, todo lo que te cuento es desde mi punto de vista y es completamente subjetivo. Tal vez cosas que me gustaron a mí, no te gusten a vos y viceversa.
Comencemos por el principio que es cómo llegar a Italia.
Contenido
Llegada a Roma
Actualmente estoy viviendo en La Haya, Países Bajos. De eso te conté en el artículo sobre cómo es vivir en La Haya, Holanda.
Viajar desde Amsterdam a Roma es bastante barato en comparación con viajar desde un lugar remoto como puede ser Sudamérica. Un vuelo trasatlántico puede rondar los US$ 900, mientras que un aéreo en una low cost de Europa está alrededor de US$ 90. La diferencia es abismal.
En mi caso, viajé junto a mi esposa por Vueling, la low cost española. El vuelo tardó en salir pero fue debido a un paro de trabajadores en el aeropuerto de Schiphol, de Amsterdam. Sí, estas cosas también pasan en Holanda, aunque con menor frecuencia que en Sudamérica.
Más allá de ese detalle, todo fue de maravillas. Fue un vuelo corto y en apenas dos horas y monedas ya estábamos en el aeropuerto internacional Leonardo da Vinci, al que en realidad todos conocen como Fiumicino.
El aeropuerto está conectado con los trenes. Desde allí se puede comprar un ticket para ir a Roma Termini, la terminal de trenes de la capital de Italia. Sacar el billete de tren es facilísimo. Hay unas máquinas expendedoras que se pueden poner en diferentes idiomas y con las que es posible pagar con tarjeta o en efectivo.
En mi caso, nos tomamos el Leonardo Express que es un tren rápido y un poco más caro, pero en el que se viaja bien, con aire acondicionado y con poca gente. Resulta muy cómodo si viajás con muchas valijas.
Subimos al mediodía a este tren y estaba bastante vacío. Asumo que la mayoría de los turistas optan por la versión económica ya que el Leonardo Express cuesta nada menos que 14 euros por persona y el viaje no dura más de 40 minutos.
Una vez en Roma Termini, seguimos nuestro camino a pie ya que el hotel al que fuimos estaba relativamente cerca. Sin embargo, en Roma tenés la posibilidad de tomar el metro, un bus, el tranvía, o un taxi.
No te puedo contar sobre estos medios de transporte ya que no los usé, a excepción de un trayecto en taxi cuando fui a los Museos del Vaticano.
Viajar en medio de la pandemia
Hasta aquí no mencioné nada sobre la pandemia de covid-19. Viajé en agosto de 2021, en medio de algunas restricciones pero con las dos dosis de la vacuna aplicadas en Holanda.
¿En qué afectó la pandemia mi viaje? La verdad es que en muy poco. Fue un viaje prácticamente normal, como en tiempos pre pandemia.
Las principales restricciones fueron la obligación del uso de mascarillas en el aeropuerto, en el avión, en los diferentes medios de transporte y en espacios cerrados en general. Si te sentás a tomar algo en un café al aire libre no es necesario usar máscara.
Por otro lado, en Italia son estrictos con el uso del Green Pass. ¿Qué es esto? Es la app que utiliza la Unión Europea para validar a aquellos que están inmunizados contra el covid-19.
Al regresar de mi viaje a Italia me realicé un autotest de covid-19 con uno de esos kits que se consiguen en todos lados en Holanda. Realizar esto es una recomendación por parte del gobierno holandés, pero obviamente no es obligatorio. Sin embargo, me pareció acertado realizarme este test para saber que durante todo el trayecto no me contagié.
Si bien en medio de una pandemia hablar de ventajas me hace sentir un poco culpable, lo cierto es que debido a las restricciones, los lugares turísticos estaban a un 50% de capacidad. No vi muchos turistas asiáticos y sí me pareció que había bastantes italianos haciendo turismo interno.
Pero bueno, volvamos a Roma.
Primeras sensaciones en Roma
Mi esposa siempre se burla de mí porque dice que comparo todos los lugares que visito con Buenos Aires. Cada avenida de París es Avenida de Mayo y cada esquina, Callao y Santa Fe. Montmartre es San Telmo en las alturas. ¿El Coliseo de Roma? La Bombonera, por supuesto.
Me siento inimputable en ese sentido. Buenos Aires es la ciudad en la que nací y donde crecí. Es mi patrón de comparación.
Sin embargo, a pesar de mi avidez por encontrar patrones comunes, en esta ocasión tuve que forzar un poco las comparaciones.
Roma tiene subidas y bajadas. La cruza el Río Tíber y de fondo y a lo lejos, aparecen colinas decorando el paisaje.
Esperaba más caos de tránsito en las arterias principales. También más gente en moto. Sin embargo, lo que más vi fue personas andando en monopatines, algo que ya había visto en París y no pensé que encontraría en Roma.
Arquitectura
La arquitectura de la ciudad se repite una y otra vez. Al menos en el centro histórico que fue el lugar donde me moví principalmente. Calles angostas, adoquinadas, edificios de tres o cuatro pisos promedio, con las típicas ventanas de dos persianas.
Mi esposa notó algo interesante. La mayoría de las ventanas estaban cerradas, algo que contrasta mucho con Holanda, donde la gente deja todo abierto como una muestra de transparencia. El origen de esta asimetría está en las diferencias culturales que han dejado la religión católica y la protestante durante años de influencia.
Roma me pareció antigua y descuidada. Si bien no brilla por su pulcritud (como ninguna capital del mundo de las que he conocido), tampoco la encontré tan sucia como esperaba.
Vi edificios que están destruidos y que parecen abandonados desde hace cientos de años. Algo que nunca vi en Buenos Aires, ni me topé en Montevideo tampoco.
En el medio de estos edificios aparecen estructuras antiquísimas como el Panteón de Agripa, del que ya te voy a contar más adelante. También otros edificios majestuosos que suelen ser ministerios o dependencias estatales. Estos son inmensos y me trajeron recuerdos de París.
Caminatas y calor
Ya te conté que Roma tiene subidas y bajadas. Esto puede ser un detalle más salvo que te desplaces caminando a todos lados, como fue mi caso.
El calor de agosto no ayudó tampoco. Durante los tres días de estadía, la temperatura osciló entre los 30°C y los 34°C con sol radiante, aunque debo decir que la sensación de agobio no es ni por asomo la misma que en el Río de la Plata, donde se siente mucho más.
La recomendación es simple. Caminar de ratos, hacer paradas de descanso, e hidratarse bien.
Lentes de sol son fundamentales como también un sombrero o gorra para cubrir la cabeza. En la misma ciudad venden pequeñas sombrillas de colores y con adornos para cubrirse del sol.
Un tip adicional respecto a las subidas y el calor. Hay que tratar de predecir cuándo se viene una caminata cuesta arriba.
Google Maps te informa sobre ello a la hora de calcular una ruta, pero en mi opinión no funciona muy bien. Me da la sensación de que lo que hace es calcular un promedio de altura, pero no tiene en cuenta los extremos. Así es como me decía que un recorrido era «mostly flat» (mayormente plano), pero a la hora de caminarlo, terminaba muerto debido a las continuas subidas.
La señal en Roma
Desde que estoy en Europa esta fue la primera vez que tuve problemas con la señal del teléfono. Continuamente me quedaba sin internet en la calle y en un momento el GPS se colgó. Nunca me pasó algo así.
En los restaurantes y cafeterías que estuve, a la hora de cobrar los mozos empezaban a hacer la parabólica con los posnets. Primero pensé que esto era parte de un acting para que el cliente termine pagando en efectivo. Puede que en parte lo sea. Pero incluso en lugares donde pude pagar con tarjeta les llevó tiempo cobrarme.
Durante todo el viaje me conecté a la red con mi Xiaomi Mi 9T. Mi esposa, con un iPhone, tuvo problemas también pero un mejor rendimiento respecto a la señal. Así que puede ser que el modelo de teléfono y el sistema operativo influyan.
La calidez humana
Durante mi viaje a Italia no entré en contacto con muchos italianos pero con los pocos que lo hice, personal de hotel y mozos principalmente, encontré muy buena predisposición y amabilidad.
El idioma no es para nada una traba a la hora de viajar a Italia. El italiano no es igual que el español pero nos es mucho más familiar. Hace tiempo ya que estoy en Holanda y me es imposible distinguir de qué está hablando la gente. Mucho menos hablar en neerlandés.
En cambio, en Italia, en apenas dos días, ya podía comprender ciertas frases puntuales en italiano y hasta animarme a hilvanar algunas palabras, al menos a la hora de pedir un café o pedir la cuenta.
En general, estando en Roma (y luego en Napoli), me manejé con una mezcla de inglés. italiano y español. Sí, porque al menos dos mozos con los que tuve que interactuar hablaban español casi a la perfección.
La comida
Si hay un item que me decepcionó de mi visita a Roma, ese fue el de la comida. Al principio creí que había caído en un mal restaurante, pero al cuarto me di cuenta de que algo andaba mal.
Yo supongo que es porque los argentinos hemos heredado esas recetas mágicas y las hemos hecho propias, al punto de no reconocer las originales.
La pasta al dente, algo que tuve que googlear para entender qué significa realmente, me resultó terriblemente dura. Y sí, seguramente comí la pasta sobrecocida toda mi vida, pero bueno, es la textura y es el sabor que espero.
Lo de la pasta podía dejarlo pasar, pero la pizza fue un puñal al corazón. Sabía que la hacían finita pero el sabor de la masa me pareció más a prepizza que a algo realmente elaborado.
Acá quizás el error fue mío al ir a lugares al azar y no buscar pizzerías específicas en Roma, que las debe haber y deben ser muy buenas.
Sin embargo, dos días después caí en Napoli en un lugar completamente al azar, me pedí una pizza y estaba espectacular. Quizás fue suerte. Tal vez en el futuro tenga la posibilidad de visitar de nuevo Roma y tener una revancha en forma de pizza.
Eso sí, pulgar arriba para los postres. Exquisito el gelatto y también el semifreddo. Lo mismo para la torta Caprese aunque con esa me envicié más en Napoli y no tanto en Roma.
Seguridad
¿Es segura Roma? Como toda gran ciudad hay que tomar ciertos recaudos.
Mi paranoia porteña (debido a varios hechos de inseguridad sufridos en Buenos Aires) me mantiene siempre en estado de alerta. Sin embargo, no me parece bien estar constantemente pendiente de mi entorno porque al fin y al cabo no disfruto de nada.
¿Qué se puede hacer en cambio? Seguir el sentido común.
Lo recomendable es no desantender las pertenencias al sentarse a tomar un café o tomar un helado. No hay que entablar conversaciones con desconocidos que se acercan ni aceptar «regalos» de personas que dan vueltas en zonas turísticas. Estas suelen ser trampas a turistas que hay que cortar de una, poniéndose firme si es necesario.
Llevar la mochila adelante en lugares concurridos puede ser también algo recomendable. A mí también me gusta llevar documentos y dinero pegados al cuerpo en los bolsillos delanteros de los pantalones o en bolsillos internos de mochilas o abrigos.
En el tiempo que estuve en Roma no sufrí ningún tipo de inconvenientes relacionado a la seguridad. Vi mucha policía, también Carabinieri que son la gendarmería italiana, y además algunos puestos del Ejército, armados con fusiles de asalto, lo que me pareció demasiado.
Actividades y lugares para visitar
Roma es una capital europea con mucha historia. Tiene monumentos únicos y una serie de plazas y fuentes que están abiertas para todo el mundo.
En esta sección te voy a contar cuáles fueron los que visité, aunque hay mucho más por hacer. Así que no tomes esta lista como la definitiva.
Coliseo
El lugar más destacado de Roma es, en mi opinión, el Coliseo. Es enorme e impresionante. Si te gusta el fútbol, es imposible que al verlo no lo asocies al estadio del club del que sos hincha.
El Coliseo y el Foro Romano se pueden visitar en conjunto ya que están cerca. Basta con sacar entradas para ambos. En caso de que lo hagas, te recomiendo que elijas «full experience» lo cual te habilita a ingresar a algunos lugares extra como la arena.
Ver el Coliseo desde adentro es también impresionante. Solo hay que imaginar lo que debe haber sido en su momento, repleto de personas, para albergar las más sangrientas batallas de gladiadores.
La visita al Coliseo consiste en un recorrido por diferentes partes de esta estructura histórica. Hay un pequeño museo montado dentro donde se explica la historia de este lugar, incluso más allá de su uso conocido.
Si vas a Roma, la visita al coliseo es ineludible.
Foro Romano
El Foro Romano está junto al Coliseo y consiste en una serie de ruinas que datan de hace dos mil años aproximadamente. Hay algunas estructuras interesantes para apreciar pero el resto es una incógnita.
Personalmente no lo encontré demasiado interesante y tal vez esto esté vinculado a no comprender lo que estaba viendo. Si bien no soy fan de hacer visitas guiadas, en este caso me parece que es necesario.
Algo que me gustaría destacar es que el Foro Romano es a la intemperie. En mi caso, lo visité por la tarde, con sol fuerte y 34°C de temperatura. Te recomiendo que lleves líquido para hidratarte. Dentro del complejo del Foro Romano y también en el Coliseo vas a encontrar diferentes lugares donde abastecerte de agua de forma gratuita.
Plazas y fuentes
Creo que la mejor forma de recorrer Roma es ir de piazza en piazza. Cada una de estas plazas posee su magia y están distribuidas por diferentes lugares del centro histórico, lo que te lleva a moverte de una a otra.
Algunas tienen fuentes, como la famosa Fontana di Trevi, cuya espectacularidad me fascinó. No pensé que fuera tan grande y que estuviera en tan buen estado.
El único problema de la Fontana di Trevi es que estaba llena de gente, por supuesto. La visité en diferentes horas y siempre estaba super concurrida. La gente va allí para apreciar la belleza artística diseñada por Nicola Salvi y Giuseppe Pannini, entre otros. Allí podés sacarte fotos y tirar una moneda de espaldas que, dicen, garantiza tu retorno a Roma. Por supuesto que lo hice.
Además de esta famosa piazza, hay otras también dignas de ser admiradas como la de Piazza Navona, donde se encuentra la Fontana dei Quattro Fiumi, creada por Gian Lorenzo Bernini en 1651. Esta fuente está consagrada a cuatro grandes ríos del mundo: el Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata. Cada uno representando a su continente.
Otras plazas que se pueden visitar son la Piazza del Quirinale, Piazza del Popolo y la Piazza Spagna, con las escaleras hacia la iglesia de la Trinità dei Monti. Este escenario es famoso por aparecer en la película Roman Holiday (1953), con Audrey Hepburn y Gregory Peck, dirigida por William Wyler.
Panteón de Agripa y Templo de Adriano
Junto estos dos lugares porque están cerca y son reliquias arquitectónicas de la Antigua Roma que siguen emplazadas en el medio de la ciudad al día de hoy.
El Templo de Adriano se encuentra en la Piazza di Pietra y lo que se puede ver allí es lo que queda de un templo romano de hace casi 2000 años: once columnas corintias y detrás, un muro.
El Panteón de Agripa está muy cerca de allí y data del año 126. Tiene 44 metros de alto y da a la Piazza della Rotonda. El color gris opaco que tiene es uno de los detalles que más me impactó a la hora de apreciarlo. Es un color que no he visto nunca en ningún otro lugar. Actualmente este templo es una iglesia católica.
Villa Borghese
Villa Borghese es un conjunto de parques que incluye un lago en su interior. Es un lugar perfecto para descansar un poco en este gran pulmón de la ciudad. Allí vas a encontrar puestos de comida, bebida, familias con niños pequeños y mucho verde.
El lugar es muy grande y no tiene mucho sentido recorrerlo entero, pero sí es recomendable pasar por allí. Además, los alrededores de la zona me parecieron de los más lindos de la ciudad, con avenidas más amplias, edificios más cuidados y mayor limpieza.
Plaza San Pedro
El Vaticano está muy cerca del centro histórico de Roma y es fácil llegar caminando. La entrada a la Plaza San Pedro es preciosa. La avenida principal, llamada Via de la Conciliazione, que lleva a este histórico lugar se cierra al tránsito vehicular y se hace peatonal.
La ancha calle está adornada con luminarias especiales, faroles que no se ven en otras partes de Roma. A los lados, hay negocios que venden recuerdos y reliquias de Roma y el Vaticano. Los edificios alrededor están dedicados principalmente a embajadas y representaciones ante la Santa Sede.
Sin ser nada religioso, en mi caso la experiencia de visitar la Plaza San Pedro fue especial. Era el atardecer y habíamos llegado con mi esposa hasta el Castel Sant’Angelo, que es otro de los puntos destacados de la ciudad, aunque no me pareció tan importante como para incluirlo en esta lista.
Desde allí se puede ver la avenida Via de la Conciliazione y tras la plaza, la Basílica de San Pedro. Teníamos entrada para los Museos del Vaticano al día siguiente así que no era la idea visitar la Plaza San Pedro todavía. Sin embargo, estábamos relativamente cerca y nos dispusimos a ir.
No me olvido más que cerca del Castel Sant’Angelo había dos rockeros tocando a la gorra. Se ve que la tenían clara y al ver el camino que hay que hacer para llegar a la casa de San Pedro, lo asociaron inmediatamente con una escalera al cielo. Por eso mismo tocaban Stairway to Heaven, de Led Zeppelin. Esa melodía le dio un toque místico al comienzo del camino hacia la plaza.
Es un sendero que vale la pena recorrer, aunque ya te digo, no estábamos tan cerca como pensábamos. El hecho de ver algo en el horizonte, no te lo pone a tu alcance de inmediato.
Unos minutos después llegamos a la imponente Plaza San Pedro y pude apreciar la Basílica y ver el mismo balcón donde fue anunciado y apareció por primera vez el Papa Francisco.
Durante mi viaje a Italia, la Basílica de San Pedro estuvo cerrada así que no me fue posible ingresar para ver La Piedad, de Miguel Ángel. Espero en algún momento tener la oportunidad de apreciarla.
Si bien religiosamente no me significó nada, es innegable el peso histórico del lugar. Más siendo argentino y teniendo a un compatriota como Papa .
Te recomiendo mucho hacer ese camino por Via de la Conciliazione, si es posible, al atardecer.
Museos del Vaticano
Los Museos del Vaticano son un conjunto de museos a los que se puede acceder ingresando a la Ciudad del Vaticano. Más allá de su nombre, en realidad todos los museos están conectados en un único recorrido y lo que hay que hacer es seguir las indicaciones.
Para ingresar no te piden nada diferente a lo que te pueden pedir en un museo de Roma. Por las dudas, llevá una identificación como puede ser un pasaporte, aunque a mí no me pidieron nada de eso. Sí fueron exigentes con el Green Pass y vi que dejaron a gente afuera porque tenían algún problema con este pasaporte sanitario.
En los Museos del Vaticano se destacan la sala de estatuas y la de mapas. Esta última tiene el techo lujoso, del que creo, Maradona alguna vez hizo mención para criticar al Papa.
Las Estancias de Rafael son diferentes frescos del gran artista renacentista, aunque no todos fueron pintados por él. En varios, los que ejecutaron la pintura fueron alumnos suyos.
El gran destacado de los Museos del Vaticano es la Capilla Sixtina, de Miguel Ángel, que es tan grande y hermosa como te puedas imaginar. Si bien la mayoría de la gente busca la Creación de Adán, que está justo en el centro, en un recuadro bastante chico del techo, yo me quedo con los muros principales. Realmente la creación de un genio inigualable.
Si vas al Vaticano, te recomiendo mucho que compres la Guía de Audio. En la parte de la Capilla Sixtina tiene varias pistas donde te explican diferentes aspectos de la obra de Miguel Ángel.
Hay mucho más para ver en el Museo del Vaticano. Hay también un detalle de color si te gusta el fútbol. Al terminar el recorrido hay una pequeña vitrina sobre el Papa Francisco y su pasión por este deporte. Tienen allí camisetas de fútbol firmadas por Pelé, Messi y Maradona, la casaca de San Lorenzo de Almagro, club del que el Papa Francisco es hincha. También está allí la Copa Libertadores ganada por San Lorenzo.
Mi única queja con respecto a estos museos es que al comprar la entrada se incluía un almuerzo en el restaurant a un horario determinado. Bueno, el restaurant estaba cerrado y tuvimos que irnos. Dentro del Vaticano había otro restaurant, pero ya habíamos terminado el recorrido y no era posible volver a ingresar. No me quedó claro si hicimos algo mal, o si la excepción del restaurant cerrado fue por el covid-19, pero la situación me dejó una sensación amarga.
Lo bueno, lo malo y lo feo de Roma
Para resumir un poco mi experiencia, me gustaría hacer un balance.
Lo mejor de Roma fue el Coliseo y la Capilla Sixtina, sin dudas. También las piazzas, con la Fontana di Trevi como máximo atractivo y el impactante Panteón de Agripa que me dejó hipnotizado con su color, como te comenté.
La Plaza San Pedro es un lugar increíble para visitar y vuelvo a recomendarte todo ese camino para hacerlo a pie. Vale la pena.
No puedo dejar de mencionar la calidez de los italianos, con ese acento que nos suena tan familiar a los argentinos y esas costumbres que son similares (ma non troppo).
Lo malo de Roma fue principalmente el calor intenso combinado con las subidas y bajadas de la ciudad. La falta de señal en la calle fue algo también molesto.
Lo feo es algo del mantenimiento y la suciedad de las calles aunque lo pongo en un escalón debajo, porque lo he percibido en muchas ciudades capitales del mundo, incluyendo aquella en la que nací.
También en lo feo debo incluir algunas avivadas para con los turistas, típicas de lugares que buscan exprimirle hasta el último centavo a gente que muchas veces viaja con lo justo. Por suerte, viví poco de esto.
Arrivederci Roma
Tras pasar tres días en Roma, dejamos la ciudad para seguir con nuestro recorrido. Nos fuimos a Napoli, que está a una hora en tren. Pero de esta nueva aventura te cuento en otra entrada.
Espero que este artículo te haya gustado y te haya sido de utilidad si estás planeando un viaje a Roma.
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Gracias por haberte tomado el tiempo de leerme.
Te espero en el próximo artículo.